Seguramente vi una película en la televisión
donde se veía como se imprime un periódico y las pericias de los periodistas
por conseguir las noticias... estoy seguro que debió ser algo así, pues ese tipo de cosas me entusiasmaban mucho
cuando era niño. Así que un día amanecí con eso en mi cabeza, quería tener un periódico, informarle a la
gente lo que pasaba, salir a la calle a conseguir las noticias. Y así lo hice,
tenía un amigo, éramos de la misma edad pero íbamos a escuelas diferentes, había alguna conexión y teníamos muy buena
amistad. Un día le conté lo que se me ocurrió y le pedí que fuéramos los
periodistas, impresores y distribuidores de nuestro propio periódico,
contaríamos las noticias que tuviéramos mas cerca, y lo venderíamos en la
colonia. No recuerdo el nombre de mi amigo, pero lo llamaremos José Luis. Nos
montamos en la bicicleta que era negra y
de carreras de montaña, eran las bicicletas más admiradas en la colonia y nos
fuimos en busca de la información.
La colonia era chica y todas las calles
tenían nombre, pero todo mundo hablábamos de las calles refiriéndonos al número
que le correspondía nosotros vivíamos en la primera. En la tercera calle había
un perro muerto, eran los años dónde los animales no importaban a nadie o a casi nadie, excepto a mi... Tenía descomponiéndose varios días y esa era nuestra primera
noticia, nos enteramos que lo habían atropellado y que el que lo hizo por
lastima lo jalo hacia un lado de la calle y lo dejo ahí, nadie le dio auxilio y
murió. Me dio mucha tristeza, y comencé a escribir la historia. Nos topamos con
el problema de cómo ilustrar la nota. Necesitábamos una cámara fotográfica, no
teníamos dinero y era tan cara que ni haciendo mandados juntaríamos el
suficiente dinero. Le pedí a mi papá dinero, pero me dijo que eso era demasiado
para un niño, tenia entonces 10 años. Y bueno, si yo podía dibujarlo
estaría bien, me metí al taller de herramientas de mi padre y tome una
mascarilla para acercarme lo más que pudiera al perro para dibujarlo, la verdad es que el aroma era insoportable. José Luis estuvo de acuerdo pero en cuento vi
al perro, casi me desmayo, estaba su quijada expuesta y lleno de moscas, tenia
sus costillas al aire y se podía ver parte de sus vísceras de fuera, no pude
dibujarlo, me sentí intruso, morboso, torpe e irrespetuoso, me asustó pensar que pasaría con él
ahí, tenía varios días y ahí seguía.
José Luis que también dibujaba, se puso la mascarilla y comenzó a dibujar... pasó
como una hora y seguíamos ahí, él dibujando y yo condoliéndome por el pobre
animal, la nota tenía que servir de algo, al menos para que lo enterraran
-pensaba yo-. Cuando termino nos fuimos a mi casa, yo tenía un pupitre de esos
que se habrían la tapa y ahí tenía hojas
lápices para trabajar. Bueno, teníamos el dibujo, teníamos la historia
pero no teníamos maquina de escribir ni como hacer muchos periódicos. Tenía que
hacerlos uno por uno, y así lo hicimos, escribí la nota pidiendo ayuda para que
lo enterraran, pusimos fechas y copiamos encabezados de periódicos reales como modelo para el nuestro, lo
llamamos “El de la tarde”. Yo copié el dibujo de José Luis, le puse color con
unas acuarelas que usaba en la escuela y él transcribió la nota, hicimos como
15 o 20 no recuerdo, tampoco recuerdo en cuanto vendíamos cada uno, pero nos lo
compraban porque les sorprendía que
fuera hecho a mano uno por uno... y nos sugirieron que debería tener más
noticias, como los de verdad( para nosotros era una noticia de verdad). El caso del perro les llamaba la atención porque
no lo habían visto, dos días después vi como el camión de la basura recogía al
perro, no me gusto, pero cuando le
pregunte a mi papá que, qué hacían con la basura y él me dijo que la
enterraban, me tranquilice un poco pensando que estaría mejor bajo tierra, como
los humanos muertos, que en la calle, sólo y lleno de moscas.
En otra nota hablamos de un temblor
reciente, en esos días había temblado y una casa de la calle 4 se había
cuarteado, la cuarteadura apenas se veía, pero era nuestra noticia y teníamos
que contarla, seguimos el mismo procedimiento
José Luis transcribía uno por uno el texto y yo hacia los dibujos a todo
color, de 15 a 20 veces. Lo volvimos a
vender y seguimos con la misma sugerencia, que deberíamos poner más noticias,
comentarios de la colonia, avisos de los negocios y cosas así.
Decidimos que si queríamos
poner más noticias, tendríamos que hacer un periódico dominical, con lo más
relevante de la noticia, En este tardamos dos semanas en prepararlo y buscar la
información. Fuimos a la recaudería para saber a como estaba las cosas, ahí se contaban, todos los chismes del barrio... lo usamos para nuestro periodico. También le preguntamos a Don Corito, un señor muy simpático de la tienda de la
esquina de mi casa, También lo pusimos: Hablamos de cosas sin importancia dos o tres
más pero no veíamos nada como lo que se decía en las noticias de los periódicos que se vendían en los quioscos. ... un día de
esos, pase en mi bicicleta junto a la recaudería y vi como un señor golpeaba a
su mujer a puños, me espante muchísimo, jamás había visto que un señor le
pegara a una señora. En mi casa me decían que a una mujer no se le pega, así
que eso me impresiono mucho y me
indignó, al otro día fui con la señora
de la recaudería para que me contara, y ella que era amante de hablar de los
demás, no le importó que fuera un niño y me contó todo el pleito. -Que tenía
días de no llegar el señor, que cuando llegó la esposa le reclamo y se le puso
al tú por tú. Y ¡zaz! que se la suena, por fastidiosa- Más indignante me pareció,
pues supe que sus hijitas no tenían que comer.
Fui con José Luis y le conté todo, me dijo que, qué haríamos para poner
un dibujo de ellos, yo lo hice pero no me salió, era difícil hacer a personas
reconocibles, es decir, un retrato, así que hicimos un dibujo de él pegándole a
ella y de sus hijas llorando junto a su mamá, como yo lo vi.
El periódico salió el domingo
siguiente, solo hicimos 10 pues eran mas
hojas, se lo lleve a vender a la señora de la recaudería, y ella que se lo
enseña a la mujer golpeada y esta a su
señor. Se armo una trifulca, supieron donde vivíamos y fueron con nuestros
papás, se quejaron de que nos estábamos burlando de ellos, de que era un
problema familiar y cosas así. Cuando fueron a mi casa, estaban los dos
abrazados tomados de la mano manoteando. Mí papá, que siempre fue un señor, en toda la extensión de la palabra, les
dijo que por favor se calmaran, que hablarían conmigo y que no se repetiría
este incidente, los despacho. Muy molesto me regañó. A José Luis no se como le
habrá ido, no lo recuerdo, pero creo que a él hasta le pegaron, a mi me
castigaron con no salir más y no poder dibujar. Salir en bicicleta y dibujar, para mí, era salir a otro
mundo, era vivir mis fantasías al máximo, me dolió el castigo.
José
Luis y yo no volvimos a hacer nunca más otro periódico, ahí termino nuestra
carrera en el periodismo. Ahora pienso a la distancia, ¿qué habría sido de
nosotros con una computadora, con el Internet y todo lo demás?, Mis sueños de periodista terminaron ahí, pero
los tres o cuatro números que hicimos los disfruté muchísimo, lastima, “El de
la tarde”, no se público más.
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