miércoles, 28 de mayo de 2014

Brujerías de mi infancia

La brujería, siempre es un tema que atrae a la gente... a veces escucho los relatos y me parece todo ficción. En mi familia, existen muchas anécdotas, Papá contaba una de la panadería que tenían recién casados, recuerdo que me helaba hasta los huesos su relato pues decían que de noche cuando trabajaban preparando la masa para el pan, podían sentir presencias junto a ellos en la mesa, escuchaban voces y veían sombras, el pan no se cocía se le dejaba el tiempo establecido y éste salía crudo  por lo tanto no se podía vender y siempre reportaban perdidas. Cuando mi abuela Félix sugirió hacer una limpia, ella misma se encargo de todo y de seguir  el rito con oraciones, al meter la mano al horno sin fuego y frío, salió una llamarada que como un látigo, marco el brazo de ella, mi papá decía que sólo vio una reacción de mi abuela y al preguntar que paso, ello sólo dijo –Nada hijo, estos que no se van a salir con la suya-. Por alguna razón y quizá por algo más fuerte que su entendimiento nada de esto resultó, ni las bendiciones de los sacerdotes católicos, ni las oraciones de los evangelistas. 


Un detalle particular de mi abuela, es que era  telequinética, contaban que cuando se enojaba, se estrellaban los vasos de la casa o cualquier vidrio cercano a ella sólo por su voz. Que movía objetos a voluntad y que sabía la razón por la que la visitabas o lo que te acongojara. Así ha habido otras historias en casa que mi padre contaba o mis hermanos, con respecto a mí abuela, Ma. Luisa contaba que cuando iba a nacer no se quien de mis hermanos, ella estaba en casa sola con los mas chicos, cuidándolos pues era la más grande, sintió miedo y de pronto, vio a mi abuela Félix que ya había muerto hace varios años atrás, sentada al pie de su cama. 

De lo que puedo contar como algo que yo vi y sentí, existen  dos que recuerdo como una película de ficción, uno de estas historias tardo varios años en desarrollarse y finalmente acabo en una tragedia que hasta en los periódicos salió y que a decir verdad fue el final de varios exorcismo y contacto con los muertos,  yo vi años atrás un exorcismo en donde mi tía presidía, mi madre contenía y mi hermana miraba  y yo detrás de la cortina que dividía la habitación escondido y paralizado por el miedo, veía con asombro y terror. Todo lo originó la muerte de uno de los hermanos de mi padre y la falta de resignación por parte de su esposa, duro meses y termino años después como una nota roja en el diario.

La otra historia,  fue ver como mi sobrino de pocos meses de edad,  después de un paseo por el patio que  le daba uno de mis cuñados, cuando lo llamaron a comer, dejo al niño en brazos de su mamá, para que pudiera sentarse a la mesa, mi hermana lo cargo y mi sobrino comenzó a llorar para que lo bajaran a caminar,  en el llanto incontenible, se privo al punto de dejar de respirar y parecer muerto. Mí madre gritaba y lo sacudía al mismo tiempo que lo metía en una helada pileta de agua para que reaccionará y volviera en si, gritaba y gritaba. También  gritaban los demás, mis hermanas y nosotros los niños que no entendíamos que estaba pasando y era impresionante ver a mi madre; una mujer fuerte y gorda zarandear empapado el cuerpo inerte de un niño que apenas aprendía a caminar.  Mí madre al fin se dio por vencida, resignada, sollozando y con mucha tristeza,  pensando que el niño estaba muerto por asfixia, le dio el cuerpo de mi sobrino a mi hermana y le dijo –lleva el niño con tu tía-. Sí, la misma del exorcismo. MI hermana salió corriendo de la casa con el niño en brazos, mi sobrino parecía un trapo sobre el antebrazo de ella, detrás salió mi hermana Blanca la madre del niño, las empleadas de la casa, mis hermanas, mi madre y nosotros, los niños, sólo teníamos que cruzar la calle, enfrente vivía mi tía Sara. Así que todos los de  la calle (vivíamos en una cerrada) se dieron cuenta que algo grave pasaba en casa, todos gritaban asustados y con dolor.  Cuando llego mi hermana con mi tía, ella lo tomó, lo desnudó, lo bañó en alcohol, y decía gritando mientras sobaba el cuerpo de mi sobrino, -¡espíritu de Osvaldo, espíritu de Osvaldo, regresa!- y más alcohol  y más oraciones, -¡espíritu de Osvaldo, espíritu de Osvaldo, regresa!- de pronto después de varios minutos, según dicen mis hermanas,  el niño lloró y volvió a la vida. Inmediatamente después lo llevaron al hospital. Le hicieron varios estudios, entre ellos un un electroencefalograma y nada, el niño era un niño sano y normal, esto se repitió semanas después y por la noche, sirvió para que los varones adultos de la casa creyeran lo que había pasado pues decían que eran cuentos de mujeres ociosas. Recuerdo que mí padre se tiró a la cama a llorar pues creían que mi bendito sobrino ahora si estaba muerto, de la misma forma mi tía lo trajo de nuevo al mundo, por supuesto en medio de la angustia y la sorpresa de los hechos.  

Pasaron los días y uno de tantos mi hermana caminaba con el niño en brazos, irían al mercado tal ves y un a mujer la observaba, Blanca se descontrolo y se intimidó con la mirada, la mujer se acerco a ella, y le dijo, -tienes un niño muy bonito, pero lo quieren ver muerto, te lo tienen embrujado-, la mujer sonrió y se fue.  Al otro día mi hermana, quiso ver a una curandera por recomendación de mi tía ésta, la curandera, le hizo una limpia y pudo ver que mi sobrino efectivamente estaba embrujado, que lo querían ver en medio de cuatros cirios,  muerto. Que la suegra, que era de todos sabido era una bruja,  ella había hecho el trabajo y recuerdo que además la pobre mujer tenia nombre de bruja pues se llamaba Brunilda, que en su afán de conservar a su vástago cerca, había embrujado al niño, para que ellos al morir la criatura se separaran. Pero no contaban con que en mi familia también le hacían al menjurje. Tiraron el canasto que había sido regalo de la Abuela paterna, pues debajo  y dentro del colchón habían encontrado yerbas y dijes.  Además con unos tesitos y las consabidas oraciones  de mi tía Sara, mi sobrino creció al margen de su Brunilda abuela y de las brujerías. Por supuesto nadie cree esto, pero créanlo o no, de verdad esto, es algo que yo vi y viví cuando era niño de 9 años.